NUEVA YORK, mayo de 2019 — En América Latina, a pesar de las varias leyes anticorrupción sancionadas durante los últimos años, fue la reciente onda de escándalos de corrupción en la región lo que ha acelerado la búsqueda de mecanismos de control por parte de empresas y gobiernos.
A lo largo de la última década, más de una decena de casos con repercusión a nivel global, han confirmado que el flagelo de la corrupción en América Latina existe tanto en el sector privado como el público. De hecho, los casos más notorios suelen contar con la participación de ambos. Como consecuencia, sofisticados programas de Compliance como los ofrecidos por compañías como CIAL Dun & Bradstreet, se tornan cada vez más frecuentes.
La regulación de las negociaciones y contratos, tanto entre privados, como entre empresas y el sector público, ya son prácticas plenamente desarrollas tanto en los Estados Unidos como en diversos países europeos. Pero aún se trata de un escenario opuesto al latinoamericano.
Incluso con un notable avance en los procedimientos y controles para el combate de la corrupción en el mundo, el último estudio de Transparencia Internacional publicado a comienzos de este año no ha mostrado mejora alguna en la percepción de la corrupción en América Latina. Al mismo tiempo, la economía de los países latinoamericanos se ve por estos días seriamente afectada como consecuencia de la guerra comercial entre los EE. UU. y China. Los recursos necesitan, más que nunca, ser administrados de manera diligente.
La administración fraudulenta de fondos públicos y privados es un problema que necesita ser resuelto para que el pleno desarrollo de la región se haga realidad. Es cierto que implementar mecanismos de control no resulta sencillo para los gobiernos y que los análisis, controles y seguimiento que precisan los programas de Compliance serios, representan un enorme desafío para las empresas.
Existe sólo un puñado de compañías alrededor del mundo en condiciones de ofrecer herramientas que promueven la transparencia, siendo Dun & Bradstreet la más utilizada por los gobiernos y las empresas en Norteamérica y Europa y, por lo tanto, la más reconocida. Su filial latinoamericana, CIAL (Centro de Información para América Latina) Dun & Bradstreet, está viendo incrementada su demanda como nunca antes.
La compañía, que cuenta con información comercial acerca de más de 320 millones de empresas en los cinco continentes, se está posicionando como un nuevo aliado de América Latina en su lucha contra la corrupción. CIAL D&B posee la base de datos comercial más robusta del mundo y ofrece una plataforma de Compliance que está revolucionando el mercado.
Soluciones de Compliance, sistemas de gestión de proveedores y clientes, además de informes comerciales, funcionan como poderosas herramientas para la búsqueda de la transparencia y la prevención de la mala administración de fondos. «Trabajar con CIAL Dun & Bradstreet implica un compromiso con la transparencia por parte de las empresas y los gobiernos, como también una manera de protegerse de quienes carecen de ese compromiso» afirma Samuel Bauer, Jefe de Comunicación y Estrategia de la compañía.
Gobiernos con controles más rígidos como el de los Estados Unidos, Inglaterra y Japón utilizan los servicios de compañías como CIAL Dun & Bradstreet para optimizar procesos y garantizar la veracidad y honestidad de socios y proveedores, combatiendo así la administración fraudulenta de fondos y la contratación de proveedores con antecedentes negativos. Las empresas con mayor crecimiento alrededor del mundo utilizan servicios de este tipo para protegerse.
Cuando una organización, sea esta pública o privada, adquiere esta clase de soluciones, las probabilidades de asociarse con empresas o individuos con antecedentes negativos disminuyen considerablemente. El mercado ofrece herramientas que promueven la transparencia. La responsabilidad de tomar las decisiones más apropiadas en cada caso queda en los gobiernos y en las empresas.