Por: Oscar Müller C.

El monarca del Reino de Aragón, inclinaba la cabeza mientras pronunciaba las palabras que respondían a la aclamación del sacerdote: et cum spiritu tuo, pero la Reina, Isabel de Castilla no respondió, su mente estaba en otro lugar, a miles de kilómetros, preguntándose que sería de aquel enviado suyo que había salido con tres barcos a cruzar las mares en busca de un camino hacia las Indias Orientales, que facilitaría el comercio de las riquezas de aquellas tierras hacia la Península Ibérica.

Poca idea tenía la Reina Católica de lo que estaba sucediendo aquella nochebuena de 1492 en las extrañas islas a las que había llegado Cristóbal Colón.

En el castillo de Popa de la Carabela Santa María, los marinos festejaban la navidad con el entusiasmo que, los continuos brindis de vino, inducían en su espíritu, el mando de la nave había quedado a cargo de un grumete, con poca experiencia en la navegación, tarde se dio cuenta del peligro que corría la nave y cuando lanzó la llamada de emergencia, esta había encallado.

Durante las siguientes horas, la tripulación trató de salvar el barco, cortó los mástiles y vació las bodegas, y, una vez aligerado, con botes de remo procuró remolcarlo, pero todo esfuerzo fue inútil. La carabela Santa María se encontraba encallada sin remedio.

Días atrás, en sus exploraciones habían encontrado una aldea nativa de la tribu Taina, cuyo jefe era Guacanagari, los europeos notaron que los aborígenes utilizaban adornos de oro, metal que para ellos no tenía mucho valor, pero sí para sus huéspedes. Guacanagari, prestó ayuda con canoas y mano de obra a la tripulación y así lograron llevar gran parte del cargamento a salvo.

Colón no tomó represalias contra los culpables de aquel desastre, por el contrario, vio lo acontecido como una señal divina y, con la madera y el hierro del buque naufragado y materiales locales, construyeron un fuerte al que llamaron “De la Navidad”, defendido por una profunda zanja y una torre de vigilancia.

¿Sería realmente la religiosidad de Colón lo que le llevó a construir el fuerte? ¿o la codicia despertada por el oro?

Durante los siguiente días Colón solía comer en “La Niña” e invitaba al líder Taino, para que le hiciera compañía, impresionándole con el uso de las armas con que contaban los europeos.

Fueron 39 hombres quienes se quedaron en aquel fuerte, con instrucciones de comerciar con los nativos y protegerlos de sus enemigos, así como buscar oro, mientras Colón y la tripulación de “La Niña” regresaban al puerto de Palos.

17 naves y cerca de 1500 tripulantes, fue la flota que dirigía a Colón de nueva cuenta hacia la tierra descubierta, a los capitanes de cada una, el almirante entregó un sobre cerrado con la instrucción de solo abrirlo en caso de que se separaran de la flota, en estos se encontraban los derroteros necesarios para llegar al “Fuerte de la Navidad”.

En noviembre de 1493. Colón volvió a la Bahía donde se había construido el fuerte pero solo encontraron ruinas y ocho cadáveres, al parecer de europeos, por las ropas que tenían. Todo hace presumir que la ambición llevó a los habitantes del fuerte a internarse en la isla en busca de oro y nunca volvieron, pues de ellos no se volvió a saber nada.

Interesante la Tesis Doctoral de María Luisa Cazorla Poza, sobre este tema poco conocido titulada” La Nao Santa María el naufragio que cambió la historia”, presentada por María Luisa Cazorla Poza, en la universidad de Valladolid y los trabajos arqueológicos, en busca de los restos del “Fuerte Navidad” realizados por los científicos españoles dirigidos por la misma, que se vieron truncos por la revolución haitiana de agosto de 1991.

Oscar Müller Creel

Oscar Müller Creel