Por: Leora Klapper
Economista Principal, Equipo de Investigación de
Finanzas y Sector Privado del Grupo de Investigación para
el Desarrollo, del Banco Mundial.
En 2020, mientras las comunidades de todo el mundo luchaban por contener la propagación de la COVID-19 y gestionar los costos humanos y de salud de la pandemia, los Gobiernos iniciaron medidas de apoyo de emergencia de gran envergadura y sin precedentes para mitigar los peores impactos inmediatos. Estas medidas consistieron en confinamientos que conllevaron el cierre de negocios; paquetes de estímulo fiscal que incluyeron apoyo directo en efectivo para los hogares y las empresas; políticas monetarias que redujeron las tasas de interés y flexibilizaron las condiciones de financiamiento para las instituciones financieras, y políticas del sector financiero como moratorias del pago de la deuda para los hogares y las empresas, así como esquemas de garantías de crédito. Estas políticas para enfrentar la crisis han ayudado a limitar los peores resultados económicos de la pandemia a corto plazo. Sin embargo, también revelaron y agudizaron una serie de fragilidades económicas que podrían amenazar el logro de una recuperación económica sostenible y equitativa. Se trata de una preocupación real si se tiene en cuenta que los efectos económicos de la pandemia están demostrando ser más persistentes y serios para los países de ingreso bajo y mediano.
En nuestro nuevo Informe sobre el desarrollo mundial 2022: Finanzas al servicio de la recuperación equitativa se examina el papel central de las finanzas en la recuperación económica de la pandemia, de modo que todos, incluidos los grupos vulnerables, como los adultos pobres, las mujeres y las pequeñas empresas, puedan recuperarse.
Una visión integral de los riesgos económicos relacionados con la pandemia
Si bien los hogares y las empresas se han visto más directamente afectados, las consecuencias de la crisis de COVID-19 se sienten en toda la economía a través de numerosos canales que se refuerzan mutuamente y que conectan la salud financiera de los hogares y las empresas, las instituciones financieras y los Gobiernos. Debido a esta interconexión, los riesgos financieros elevados de un sector pueden extenderse fácilmente y desestabilizar la economía en general si no se controlan. Cuando los hogares y las empresas sufren tensiones financieras, el sector de las finanzas se enfrenta a un mayor riesgo de incumplimiento del pago de préstamos y tiene menos capacidad para proporcionar crédito. Del mismo modo, cuando la posición financiera del sector público se deteriora —por ejemplo, como resultado de una deuda y un servicio de la deuda más elevados—, sus posibilidades para apoyar a los hogares y las empresas pueden verse menguadas. Esta relación no está predeterminada. Si están bien diseñadas, las políticas fiscales, monetarias y del sector financiero pueden contrarrestar y reducir estos riesgos interconectados, y ayudar a transformar los vínculos entre los sectores de la economía para pasar de un círculo vicioso a un círculo virtuoso.
Gestionar y reducir los riesgos financieros interrelacionados de los hogares, las empresas, los bancos y los Gobiernos es clave para la recuperación económica en los países en desarrollo
Resolver los riesgos financieros mediante políticas eficaces para lograr una recuperación equitativa
Este Informe sobre el desarrollo mundial se centra en soluciones para cuatro áreas de riesgo fundamentales: el debilitamiento de los balances bancarios, el retraso en la redistribución de activos productivos retenidos en empresas en bancarrota, los desafíos para los prestamistas a la hora de identificar prestatarios solventes durante un período de perturbaciones económicas y el aumento de la deuda pública. En una situación ideal, los Gobiernos implementarían simultáneamente políticas específicas para abordar cada una de las cuatro áreas. Sin embargo, dado que son pocos los Gobiernos (si es que existen) que cuentan con los recursos y el margen político para afrontar todos estos desafíos a la vez, los países deberán asignar un orden de prioridad a las medidas de política que sea preciso adoptar.
Área de políticas 1: Gestionar y reducir los préstamos dudosos
Los Gobiernos y las instituciones financieras podrían mitigar este riesgo haciendo hincapié en la transparencia, la gestión de los préstamos que presentan problemas y las intervenciones proactivas para los bancos en dificultades. Las moratorias de la deuda, la indulgencia de los préstamos y la flexibilización en los requisitos de presentación de informes financieros implementadas para aliviar la presión sobre los prestatarios y prestamistas durante la pandemia han creado una falta de transparencia sobre la salud de los balances bancarios, particularmente en el reconocimiento de los préstamos improductivos, que afectan la capacidad del sector financiero de otorgar préstamos.
Área de políticas 2: Mejorar el marco legal de insolvencia
Los sistemas de quiebra eficaces, que hacen hincapié en las negociaciones extrajudiciales —incluidos los marcos más simples y más rápidos para las pequeñas empresas—, pueden ayudar a evitar el riesgo de problemas de deuda a largo plazo que no se pueden resolver. Actualmente, los acreedores no pueden depender de los análisis de riesgo crediticio tradicionales para evaluar si los prestatarios en dificultades se enfrentan a problemas de liquidez a corto plazo o a problemas de solvencia a largo plazo. Además, los prestatarios no pueden declararse insolventes en países donde los mecanismos de insolvencia son limitados o no existen.
Área de políticas 3: Garantizar el acceso continuo al financiamiento
Las innovaciones en las herramientas financieras digitales y los modelos de financiamiento, que incluyen las fuentes de datos alternativos, el diseño de los productos de préstamo y los préstamos contextuales, pueden ayudar a mantener el flujo de crédito en entornos regulatorios que lo apoyan y establecer mecanismos para garantizar la protección de los consumidores y del mercado. Los impactos actuales de la crisis en el desempeño empresarial y los ingresos de los hogares podrían limitar la concesión de préstamos debido a un mayor riesgo crediticio, una menor visibilidad de la viabilidad de los prestatarios y una menor capacidad de obtener valor de las garantías.
Área de políticas 4: Gestionar niveles de deuda pública más elevados
Los países con deudas que no pueden pagar corren el riesgo de sufrir una recesión prolongada. Prevenir eso requiere una gestión activa de la deuda a través del reperfilamiento o la reestructuración de la deuda, y reformas a más largo plazo relacionadas con la transparencia de la deuda y las políticas fiscales. Muchos Gobiernos se endeudaron para financiar los programas de apoyo económico masivos, lo que llevó a un aumento de aproximadamente 9 puntos porcentuales en la carga total de la deuda de los países de ingreso bajo y mediano.
Conclusión: elaborar prioridades de políticas para una recuperación equitativa
Los países deberán tener en cuenta su combinación específica de exposición a riesgos internos y externos al elaborar sus prioridades de políticas para lograr una recuperación equitativa. Para muchos países de ingreso bajo, abordar la deuda pública insostenible será la principal prioridad. Los países de ingreso mediano cuyos sectores financieros están más expuestos a deuda corporativa y de los hogares quizás deben enfocarse en políticas que respalden la estabilidad financiera.
Por último, si bien el Informe sobre el desarrollo mundial 2022 se concentra en los principales riesgos financieros y económicos internos generados por la pandemia, las perspectivas de recuperación de los países también se verán determinadas por los acontecimientos de la economía mundial. Un ejemplo son el riesgo cambiario y el riesgo vinculado con la tasa de interés, que podrían presentarse a medida que la actividad económica de las economías avanzadas se recupere y se retiren los programas de estímulo, lo que daría lugar a que los bancos centrales restringieran la liquidez mundial y elevaran las tasas de interés.
Abordar los riesgos financieros que han surgido durante la pandemia es importante para garantizar que los Gobiernos y las instituciones financieras puedan apoyar la recuperación, entre otras cosas, a través de inversiones en servicios públicos, como la atención médica y la educación. También es fundamental que los hogares y las empresas no pierdan el acceso a los servicios financieros que sustentan la recuperación del crecimiento económico y la resiliencia a las conmociones económicas. Hacer frente exitosamente a estos riesgos ayudará a limitar el daño en los resultados de desarrollo y mantendrá el impulso para «ecologizar» la economía mundial y combatir la crisis climática.