FMI: Navegando condiciones financieras más restrictivas para las Américas

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  • El ímpetu de crecimiento continúa en América Latina y el Caribe y se prevé que la región crezca 3,5 por ciento en 2022. Pero en vista del endurecimiento de las condiciones financieras mundiales, se proyecta que el crecimiento se desacelere a 1,7 por ciento en 2023.
  • La inflación es la más alta registrada en dos décadas y se prevé que remita gradualmente gracias a las contundentes medidas adoptadas por los bancos centrales de la región.
  • La política monetaria debe mantener su curso y se debe evitar relajarla prematuramente, en tanto que la política fiscal debe centrarse en apuntalar las finanzas públicas y a la vez proteger a la población vulnerable del shock de la inflación.

Santiago, Chile: La evolución reciente en América Latina y el Caribe ha estado dominada por el impacto de dos shocks mundiales distintos: la pandemia de COVID-19 y la invasión rusa de Ucrania. Un tercer shock —el endurecimiento de las condiciones financieras mundiales— está ahora incidiendo en las perspectivas para la región, señaló el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su informe más reciente de Perspectivas económicas: Las Américas .

Tras sufrir notables contracciones en 2020, la mayoría de las economías de América Latina y el Caribe se recuperaron con fuerza en 2021 y a comienzos de 2022, ayudadas por la recuperación mundial, la normalización del sector de servicios y condiciones externas favorables, incluido el alto nivel de los precios de las materias primas. El fuerte ímpetu a comienzos de año permitió revisar al alza el crecimiento para 2022, a 3,5 por ciento, o medio punto porcentual más de lo proyectado en julio.

Sin embargo, las presiones inflacionarias se acumularon y se han tornado de amplia base en toda la región. En Brasil, Chile [1] , Colombia, México y Perú, la inflación recientemente se situó en el 10 por ciento, un máximo no registrado en dos décadas. La rápida respuesta de las autoridades monetarias de la región —que elevaron las tasas de interés mucho más pronto que en otras economías— ayudó a contener las presiones de los precios y a mantener ancladas las expectativas inflacionarias a largo plazo. No obstante, la inflación sigue siendo alta y se prevé que remita solo gradualmente.

Ante el endurecimiento monetario y financiero a escala mundial, la consiguiente desaceleración del crecimiento mundial y la moderación de los precios de las materias primas, todo apunta a que el crecimiento se desacelere a 1,7 por ciento en 2023, o 0,3 puntos porcentuales menos que lo pronosticado en julio.

Los riesgos a la baja predominan sobre las perspectivas y obedecen a las condiciones financieras más restrictivas, una desaceleración mundial más pronunciada y el enquistamiento de la inflación. Otros riesgos importantes para la región son una drástica caída de los precios de las materias primas y el malestar social.

Dado que la inflación aún no cede, y que la mayoría de las economías siguen operando a su nivel potencial o cerca de ese nivel, se debe evitar un relajamiento prematuro de la política monetaria, la cual ha de mantener su curso. Tener que restaurar la estabilidad de precios más adelante si la inflación se enquista sería muy costoso.

El apoyo fiscal desplegado para amortiguar el impacto en los más vulnerables debe ir acompañado de medidas compensatorias, cuando no exista espacio fiscal, pero en otros casos también debe respaldar los esfuerzos de las autoridades monetarias para controlar la inflación. Como las finanzas públicas se han debilitado en muchos países y los costos de financiamiento están en aumento, será fundamental afianzar los marcos fiscales, haciendo hincapié en las políticas inclusivas, como las que buscan proteger a los hogares vulnerables, a fin de encaminar de forma creíble la deuda pública por una trayectoria descendiente, garantizando a la vez la estabilidad social.

Para alcanzar estos objetivos también será necesario estimular el crecimiento a mediano plazo, para lo cual se ha de fomentar la productividad y la inversión pública y privada de buena calidad. Las políticas deben centrarse en reforzar el capital humano, simplificar y modernizar la normativa laboral y eliminar las barreras al ingreso y salida de las empresas.

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