Cuando se habla de reformas de inmediato uno alude a pensar en las protestas acontecidas en varios países de la región, las cuales tuvieron su origen en decisiones de los gobiernos que afectaban los bolsillos de los ciudadanos, eso sí, todas las manifestaciones sociales tenían un denominador común que predomina en Latinoamérica, la desigualdad, fenómeno que padecen 8 países de LA dentro de los 20 más desiguales del mundo.
La desigualdad, como fenómeno global afecta a unos países más que otros, ricos y pobres, pero está más acentuada en países de nuestra región, y se profundiza por la mala aplicación de políticas impositivas, que, en su mayoría afectan más los bolsillos de la clase baja en comparación con los demás grupos que componen una sociedad.
En las naciones industrializadas, los impuestos y el gasto social han demostrado ser herramientas eficaces para reducir la inequidad. En los países miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), por ejemplo, estas políticas reducen la disparidad de ingreso disponible en un promedio de casi 40%.
En contraste; en América Latina los impuestos y el gasto social reducen la desigualdad en apenas 5%, en promedio.
Así, en los países Latinoamericanos el nivel de recaudación producto de impuestos es menos y gastan menos en servicios sociales en comparación a los de la OCDE.
Otros factores que inciden en una baja en las recaudaciones fiscales son la informalidad laboral la cual asciende a casi la mitad de la población de América Latina.
Del lado de los ingresos, América Latina y el Caribe recaudan 23,3% del PIB mediante impuestos, comparado con 34,4% en países de la OCDE, siendo Argentina y Brasil los más sobresalientes.
Políticas sociales mal enfocadas, sistemas de pensiones desigual, política impositiva dispar con relación las clases sociales forman parte de otros factores que inciden en el incremento y permanencia de la desigualdad en América Latina, por esta y otras razones es que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) considera que este es el momento preciso para implementar un sistema de reformas fiscales que acaben con las distorsiones que enfatizan los males que adolece la región como la pobreza, la informalidad laboral el bajo nivel educativo entre otros.
EL BID pone de ejemplo a México, que hace algunos años pasó por una situación similar y pudo salir luego de implementar una reforma fiscal que significó un aumento en sus recaudaciones en un notable 3,4% de su PIB, sin necesidad de gravar el consumo, la entidad internacional no ve razón para que los demás países de la región realicen un esfuerzo parecido, incluso cuando las circunstancias particulares varíen de país en país.