Covid-19 apaga los tres faros económicos de América Latina

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El crecimiento que preveía el Fondo Monetario Internacional (FMI) a principios de año (3,6% para Colombia; 2,6% para Perú; 3% para Chile) es pasado pretérito: la primera caerá un 2,4% (o 2,6%, según la Cepal) y la segunda y la tercera, un 4,5%.

Las limitaciones al movimiento interno de sus ciudadanos ha deprimido el consumo y el menor apetito de los compradores de materias primas ha secado un mercado exterior que también es clave para su economía. El resultado: no serán las economías que peor lo pasen con la pandemia, pero sí están entre las que más ven empeorado su cuadro macro respecto al escenario pre-coronavirus.

Martín Rama, economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe ha dicho, “todas las previsiones de crecimiento hay que tomarlas con cautela: vamos aprendiendo día de lo que va pasando y muchas veces tenemos fenómenos de eco [entre organismos] cuando hay rebajas”, apuntó, dejando entrever que la sacudida final puede ser menor de lo previsto inicialmente.

El golpe, reconoce, será severo para los tres países que hasta ahora han tirado del carro regional. “Pero también siguen siendo las economías más sólidas y con mayor margen fiscal. Tienen reservas, una deuda pública”baja y capacidad para acceder a los mercados financieros”. Y son, también, las que pueden poner en marcha las políticas de apoyo a la economía más sólidas, “las más semejantes en la región a las de las economías avanzadas”, subrayó Rama.

Aunque Colombia se enorgullece de tener una de las economías latinoamericanas más estables, la mordida del coronavirus ya se deja sentir. El Gobierno de Iván Duque prolongó esta semana hasta finales de mayo una cuarentena nacional que ya cumple casi dos meses, pero también insiste en recuperar la “vida productiva” mediante una reactivación económica escalonada que ya lleva un par de semanas en marcha. Sectores como la construcción, la manufactura y algunos comercios están autorizados a salir a las calles bajo ciertos protocolos.

Perú, por su parte, ha sorprendido con el plan de estímulo más ambicioso de la región. Equivalente al 12% del PIB, le ha valido múltiples elogios a María Antonieta Alva, ministra de Economía. Son 26.000 millones de dólares destinados, en buena parte, a inyectar liquidez a las empresas y entregar subsidios a 2,8 millones de familias vulnerables. Se ha topado con obstáculos, sin embargo, como los bajos niveles de bancarización. “En su diseño está magnífico, pero en su logística todavía está teniendo problemas para llegar a todos”, valora Hugo Ñopo, investigador principal del Grupo de Análisis para el Desarrollo, Grade.

En Chile, la pandemia encontró a la economía con serias complicaciones luego de las revueltas sociales de octubre. El PIB creció apenas un 1,1% en 2019, la tercera parte de la cifra a la que aspiraba el Gobierno a comienzos del año pasado. El economista Óscar Landerretche, académico de la Universidad de Chile, se remonta incluso más atrás: “Chile venía en una tendencia de caída de productividad y de desempeño en su economía hace unos 10 años, que no tiene nada que ver con el estallido social. Hay problemas más estructurales por el agotamiento de la estructura productiva”. Pese al panorama —el Gobierno de Sebastián Piñera ha reconocido que el desempleo podría llegar al 18%, una cifra enorme incluso en perspectiva histórica—, Landerretche señala “los motores centrales del crecimiento chileno, que son los recursos naturales, han estado relativamente aislados de los efectos

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