Los efectos de la pandemia obligaron a Estados, organizaciones y empresas privadas a apretar el acelerador para insertar en los aconteceres de la vida más procesos digitales, avances tecnológicos y trámites en línea, con el fin de aminorar burocracias y evitar aglomeraciones; sin embargo, en Paraguay todavía hay mayoritaria inclinación por utilizar el dinero en efectivo, en detrimento de los pagos electrónicos, por ejemplo.
Asimismo, el avance de la firma digital y de la misma identidad digital es demasiado mínimo aún a nivel local, lo que es reconocido por Gloria Ortega, experta del sector de la tecnología, las telecomunicaciones y la industria financiera, además de ser gerente general de Bancard.
Dice la especialista que en los estándares de pagos electrónicos (10% de la población económicamente activa), de bancarización (26%) y el número de tarjeta –débito o crédito– por cada paraguayo (0.5) está reflejado que la población prefiere optar por el efectivo, a pesar de la consigna actual de mayor digitalización e inclusión de la ciudadanía en procesos tecnológicos.
Así lo expone también una encuesta regional de la consultora OH! Panel, que recoge datos en america latina, y en la que se detecta que 8 de cada 10 latinos consideran que los consumidores no están preparados para dejar el efectivo.
EDUCACIÓN FINANCIERA. “En cuanto a bienestar y educación financiera tenemos los más bajos niveles, según el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF); además de poca experiencia en pago de salarios por medios electrónicos. Los últimos resultados del Global Findex, del Banco Mundial, hablan de que la mayoría de los proveedores reciben también dinero físico por su trabajo”, rubricó Ortega.
A su criterio, la escasa evolución del pago electrónico en el país perjudica mucho al proceso formalizador y a la trazabilidad; al tiempo de impedir que se genere una data (base de datos) de calidad y relevante, incluso para el otorgamiento del crédito. Recordemos que de las aproximadamente 800.000 mipymes del país, solo unas 260.000 accedieron a financiación frente a la pandemia, por estar formalizadas.
Ortega cita el caso de Uruguay, donde para recibir pagos un comercio ingresa el número de factura de transacción en un POS y el usuario final (quien hizo la compra) recibe un crédito en su IVA automáticamente, lo cual es considerado como un estímulo fiscal fuerte.
Explica a renglón seguido que muchos comercios locales tienen una errónea visión de lo que significa formalizarse y migrar hacia el pago electrónico. “La informalidad se enseñorea y el comerciante cree que sentirse formal insumirá más costos, pero es al revés porque allí se tendrá posibilidad de un pago con trazabilidad y le generará bienestar”, insiste.
Sobre la premisa de que la pandemia mostró que ser formal es el camino hacia la misma protección social y financiera, la experta sostiene que los medios de pago electrónicos generan información relevante para la trazabilidad y para el crédito. “Por el otro lado, hay correlación directa entre el efectivo, la corrupción, la informalidad y hasta el lavado de dinero”, ya que no hay control en torno al flujo de circulante.
Sobre la identidad digital, indica que es una herramienta que permite identificar al usuario mediante una clave única o pin, que deberá insertar ante trámites en línea (certificados, pedidos), citas médicas, apertura de cuentas o billeteras de pago. “Debería recibir también una casilla electrónica donde recibirá notificaciones”, refiere finalmente.