La oleada de ventas que desvaloriza los bonos argentinos se mantuvo firme ayer, lo que ayudó a afirmar la tasa de riesgo país por encima de los 800 puntos y la empujó a quedar en 821, un nuevo máximo desde octubre de 2014.
Las liquidaciones, que provocaron nuevas bajas de un dólar promedio en el tramo medio y largo de la curva (que elevó al 4% la caída semanal promedio), se hicieron notar incluso en la plaza local en medio de un combo de versiones dispares favorecida por el vacío que genera la falta de reglamentación, por parte del Gobierno, del impuesto a la renta financiera a sólo tres ruedas de que termine el año.
Distintos operadores consultados por LA NACION coincidieron en señalar que esta desprolijidad impide a los inversores saber qué reclamo impositivo pueden llegar a enfrentar y los lleva, en muchos casos, a liquidar su posición para evitar posibles costos imprevistos.
El gravamen, surgido de la última reforma (ley 27.430), alcanza a los resultados en concepto de intereses o rendimientos que se originan por las colocaciones de capital efectuadas desde el 1° de enero de 2018. Pero por la manera en que fue diseñado, y ante la muy elevada inflación que tuvo el país y las pérdidas que sufrieron los bonos al reinstalar la desconfianza hacia la Argentina, provoca que muchos inversores tengan que pagarlo sin haber obtenido siquiera durante el año una utilidad real.
«La reglamentación viene muy demorada y eso da lugar a toda clase de especulaciones en un momento de mercados muy sensibilizados. Parte de las ventas locales tuvieron que ver con un rumor que señalaba si vendías a pérdida podías compensar con eso la ganancia obtenida por el cobro del cupón de intereses y librarte del pago. Eso hizo que, por momentos, los bonos acá cotizaran 2 dólares por debajo incluso de los precios que tenían en mercados del exterior», explicó Santiago López Alfaro, de Delphos Investment.
«Hay toda una corriente de inversores que arbitró bonos argentinos con brasileños para escapar de un activo alcanzado por el impuesto y quedarse con uno similar pero que no lo pague. Eso hace que el riesgo argentino, en un contexto de aumento general del riesgo, suba aún más», apuntó Mariano Sardans, de la administradora de patrimonios FDI.
«La realidad de estos días es que nadie quiere bonos argentinos», dijo otro operador que pidió anonimato y para quien la incertidumbre que suma la falta de reglamentación «sin duda, agregó más fastidio al mercado».
El factor CDS
La sostenida suba en la tasa del riesgo se intensificó en las últimas ruedas ante la reacción negativa de los mercados globales a la nueva suba de tasa en Estados Unidos. Muestra de la creciente aversión al riesgo fue la inédita caída del 7 al 8% en la semana de los índices de Wall Street y la compresión de 10 puntos (al 2,79%) de la tasa que rinde el Bono a 10 años de ese país.
Lo curioso del caso es que al fenómeno aportan algunas decisiones oficiales en la Argentina.
Por caso, a la mencionada incidencia de un impuesto aún indefinido, pero por cobrarse se sumó el efecto indeseado de la renegociación que el Gobierno hizo con algunos bancos internacionales de préstamos, algo que se dejó ver en la ampliación por hasta US$400 millones de Bonar 2024 que reportó el Boletín Oficial.
Son créditos que tienen como garantía colateral bonos y los bancos, por cuestiones prudenciales y para cubrirse del riesgo, pasan a demandar CDS (seguros contra otro posible default) lo que aumenta la percepción de riesgo y la aversión hacia la Argentina en un contexto muy sensibilizado.
«Hay una incidencia de la exposición a operaciones repo y swaps que algunos bancos internacionales tomaron al cerrar nuevos acuerdos con la Argentina. Eso les generó un sobreposiconamiento en deuda local y disparó la demanda de toda la curva de seguros», explicó Emiliano Cabrera, de Invertir en Bolsa (IEB). «Se ve muy nítido en la brecha que se abrió entre la cotización del Bonar 2024, que fue para abajo, y la del seguro a 5 años en los últimos 30 días, que se disparó», insistió.
Precisamente el costo de este seguro se encareció otros 18 puntos ayer, con lo que quedó también por encima de los 800 puntos y contagió desconfianza hacia el riesgo argentino al resto del mercado, explicando parte del nuevo aumento del 2,4% con que volvió a cerrar este sensible indicador.