WASHINGTON — ¿Qué guerra comercial? Por meses, la economía de Estados Unidos se mantuvo pujante mientras Washington y Beijing fijaban tarifas por decenas de miles de millones de dólares sobre las importaciones en la batalla comercial más intensa desde la década de 1930.
El crecimiento continuó firme. La tasa de desempleo llegó al 3,6%, la más baja en 50 años. Las acciones se cotizaron a niveles récord. Pero la decisión del presidente Donald Trump de subir las tarifas del 10% al 25% sobre bienes chinos por valor de 200.000 millones de dólares puede tener grandes repercusiones.
“Esto lo cambia todo”, afirmó Steven Cochrane, de Moody’s Analytics, aludiendo a tarifas que entrarán en vigor el viernes. Dijo que estas tarifas constituyen “el peor escenario posible” y que en un año reducirán un 1,8% el crecimiento económico de Estados Unidos, que el año pasado fue de un saludable 2,9%. (Y las cosas podrían empeorar, porque Trump amenaza con imponer un 25% sobre bienes por otros 325.000 millones de dólares, abarcando prácticamente todo lo que China exporta a Estados Unidos). Otros economistas piensan que las consecuencias no serán tan graves.
“Las nuevas tarifas harán subir los precios de una cantidad de productos estadounidenses, pero el impacto general sobre el crecimiento y la inflación será probablemente modesto”, opinó Eswar Prasad, economista de la Cornell University. Ello obedecería a que Estados Unidos, con su enorme mercado interno, depende del comercio exterior menos que la mayoría de las naciones.
“Lo más inquietante es que si se intensifica la guerra comercial, eso podría terminar afectando las inversiones y el crecimiento a largo plazo”, dijo Prasad. En todo caso, no todos serán afectados por igual. Las firmas que dependen de importaciones chinas serán más vulnerables.
En Clearwater, Florida, la firma de tecnología de la información Sourse 1 Solutions se apresta a pagar más por componentes electrónicos chinos y puede tener que pedir más préstamos para cubrir los crecientes costos.
“Las tarifas no son buenas para las pequeñas empresas que tratan de hacer lo que hacemos nosotros, importar equipo”, dijo el propietario de la firma Robert Hessel.
Otras empresas tecnológicas sentirán también el impacto. Entre ellas Apple, que fabrica el iPhone en China, lo mismo que startups que traen nuevos productos al mercado y compañías medianas que ya se habían visto obligadas a absorber tarifas mientras compiten con rivales chinos.
Tim Bajarin, presidente de la consultora Creative Strategies y experto en Apple, dijo que las compañías tiene dos opciones: Conformarse con menos ingresos o subir sus precios, corriendo el riesgo de espantar a los clientes. “No hay otras salidas.
Están usando estas firmas como pieza de negociación”, manifestó. Las tarifas altas pueden plantear una situación de “vida o muerte” para las firmas tecnológicas pequeñas, según Brownyn Flores, portavoz de la Asociación de Tecnología para el Consumidor, que defiende los intereses de esa industria.
“No pueden absorber estos costos” y algunas ya están despidiendo gente o suspendiendo el lanzamiento de nuevos productos, acotó.
Las nuevas tarifas abarcan miles de productos chinos, desde refrigeradoras, máquinas de lavar y acondicionadores de aire hasta alfombras de bambú, micrófonos y papel para cigarrillos. Flores dijo que algunas empresas ya están cambiando sus operaciones, no renovando alquileres en China y trasladándose a Malasia, México y otros sitios. Esto plantea otros retos, ya que deberán contratar y capacitor personal en un nuevo país. Es el tipo de incertidumbre que paraliza la toma de decisiones y reduce la producción.
También existe el peligro de las represalias chinas. La agencia oficial Xinhua dijo el miércoles que el gobierno chino podría tomar “las medidas necesarias” en respuesta al aumento de tarifas. China ya fijó tarifas a bienes estadounidenses por valor de 110.000 millones de dólares tras la primera tanda de tarifas norteamericanas.