La crisis de COVID-19 ha sido como poner de repente marcha atrás cuando circulábamos a gran velocidad: los avances en el crecimiento económico y la reducción de la pobreza se han visto rápidamente mermados en todo el mundo. La pandemia sigue intensificándose, pero el dolor que está causando en la vida de miles de millones de personas se hace especialmente evidente en los 74 países más pobres del mundo, que reciben asistencia de la Asociación Internacional de Fomento (AIF). En esos países, los niños, las mujeres, las personas que viven en situaciones frágiles y afectadas por conflictos y aquellos que trabajan en el sector informal son los que más sufren.
En estos momentos de desolación sin precedentes me incorporé como director al increíble equipo del Departamento de Movilización de Recursos de la AIF y Finanzas Institucionales del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), que hace frente al reto de la COVID-19. El equipo contribuye a que el Banco Mundial proporcione una respuesta excepcional para ayudar a los países a afrontar las demandas y los efectos de la crisis. Estoy entusiasmado de participar en estos esfuerzos.
La asistencia de la AIF forma parte de una respuesta del Grupo Banco Mundial mucho más amplia, en que se otorgarán entre USD 150 000 millones y USD 160 000 millones en un período de 15 meses. Este apoyo incluye entre USD 50 000 millones y USD 55 000 millones en créditos de bajo interés y donaciones dirigidos a salvar vidas, proteger a las personas pobres y vulnerables, crear puestos de trabajo, rescatar empresas y llevar a cabo una recuperación más resiliente. En los próximos 12 meses, la AIF entregará cerca de USD 10 000 millones en concepto de nuevas donaciones para los países de ingreso bajo con mayor riesgo de sobreendeudamiento.
En julio de 2020 se inicia el ciclo de reposición de recursos de la AIF (conocido como la AIF-19) (i). El programa de la AIF-19 —que cuenta con el histórico respaldo de USD 82 000 millones— se elaboró antes de que empezara la pandemia de COVID-19, pero hoy, ante la crisis, adquiere aún más relevancia.
Los 500 millones de personas que viven en situación de pobreza extrema en los países de la AIF siguen estando en el centro de las actividades de la Asociación, cuya labor e impacto tiene por objeto hacer del mundo un lugar mejor para todos. Dada la excepcional posición en que se encuentra la AIF para el desempeño de esta misión, permítame compartir con usted cinco objetivos transformadores de la AIF-19:
Centrarse claramente en la preparación para las crisis y la respuesta temprana a las crisis de inicio más lento. Se pondrá énfasis principalmente en fortalecer la capacidad de resiliencia, lo que incluye la preparación para las pandemias y la reducción de los riesgos derivados de las crisis climáticas. La pandemia de COVID-19 nos recuerda la importancia de fortalecer la resiliencia frente a toda posible perturbación. Con la AIF-19 se ayudará proactivamente a conseguir ese propósito.
Implementar una nueva política en materia de deuda. Muchos países de la AIF ya corrían un alto riesgo de sobreendeudamiento antes de la COVID-19, pero la pandemia agrava esta situación. Una nueva política en materia de deuda que se incluye en la AIF-19, denominada Política de Financiamiento Sostenible del Desarrollo (PDF, en inglés), contribuirá a incentivar a los países a pedir préstamos de manera sostenible y promover la coordinación entre la AIF y otros acreedores.
Crear más y mejores empleos. El empleo es un elemento vital para reducir la pobreza. En muchos países de la AIF, los puestos de trabajo son escasos, situación que se ha visto agravada por la pandemia de COVID-19. El programa de empleo incluirá la promoción de inversiones privadas que creen trabajos y financien obras de infraestructura muy necesarias. La tecnología digital también será un elemento importante de dicho programa. Con el apoyo de la Corporación Financiera Internacional (IFC) y el Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (MIGA), el Servicio de Financiamiento para el Sector Privado de la AIF ampliará y movilizará las inversiones de ese sector en los países de la AIF. Y con la AIF-19 se asegurará de que existe el capital humano con las habilidades apropiadas y en buen estado de salud, entre otras características.
Aumentar el apoyo específico para las situaciones frágiles y afectadas por conflictos. Este objetivo ayudará a abordar diversos riesgos relacionados con la fragilidad, el conflicto y la violencia (FCV), a través de fuertes incentivos y mecanismos de rendición de cuentas para que los países enfrenten los factores que impulsan la FCV. La Estrategia del Grupo Banco Mundial sobre Fragilidad, Conflicto y Violencia fortalecerá las operaciones a este respecto, y mediante la AIF-19 también se realizarán más esfuerzos para abordar los factores regionales de fragilidad mediante programas en las regiones, en particular en el Sahel, la región del lago Chad y el Cuerno de África.
Concebir una visión regional. Se aumentará el apoyo para la integración regional, a través de, por ejemplo, inversiones en infraestructura para una mayor conectividad regional, la facilitación del comercio y la economía digital. Una visión regional ayudará a promover la acción colectiva para abordar metas comunes.
A pesar de que el entorno podría plantear dificultades, avanzamos con optimismo sabiendo que el programa que tenemos que cumplir es para clientes importantes: todos los pobres que viven en los países de la AIF y que anhelan un mundo mejor. Cuando falta solo una década para el año 2030, es importante que aceleremos los avances en materia de desarrollo para que eliminemos la pobreza extrema. Estoy entusiasmado ante esta perspectiva.