ARTICULO: ¿Por qué es importante elegir un Secretario General en el SICA?

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Pamela Ogando Souffront
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Consultora internacional en materia de comunicación,
con más de 8 años de experiencia en la región de América Latina y el Caribe.
Ex funcionaria de la Secretaria General del SICA, periodo 2018-2019.
Desde hace un año, la Secretaría General del Sistema de la Integración
Centroamericana (SG-SICA) no cuenta con secretario general producto de la
falta de consenso de los 8 países miembros que lo componen.

El argumento político, de no elegir al Secretario General, de una terna presentada por Nicaragua, es que, por medio de dicho nombramiento, se legitima a ese gobierno frente a las críticas que se le realizan en materia de derechos humanos. Esta postura contiene en sí misma, un terrible despropósito: echar a perder el único foro regional que apuesta directamente al desarrollo y la democracia de los 8 países que lo integran y un retroceso frente a nuestra realidad integracionista ya golpeada, frente a las tormentas internacionales que sólo pueden contrarrestarse con acciones regionales comunes.

Si se trata de legitimar o deslegitimar a gobiernos o gobernantes, cada país tiene soberanía para tomar las medidas que su constitución dicte. Confundir estos espacios soberanos con los espacios colectivos y amplios de diálogo internacional es un contrasentido.

Cada cuatro años, de acuerdo con el Protocolo de Tegucigalpa, un secretario general será nombrado por la Reunión de Presidentes, para representar al Sistema. Una de las más importantes características del cargo, es que dicho funcionario, como todos los que laboran en la Secretaría General, actuará únicamente en cuenta a servicio exclusivo al Sistema de la Integración Centroamericana y no solicitarán ni recibirán instrucciones de Gobierno alguno (Art. 27 del PDT, resaltado es propio).

Pareciera ser un artículo meramente declarativo, pero es una herramienta que brinda seguridad al funcionario y al Sistema mismo de tomar las decisiones que su cargo permita de manera independiente, en caso de que el mismo lo incumpla, podrá ser denunciado como una violación del Protocolo de Tegucigalpa por cualquiera de los países miembros de manera inmediata.

En el caso de los candidatos, una vez que la terna ha sido aceptada por el Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores y de esta se recomienda un integrante para su elección como Secretario General, este ya no es candidato de un país, es propuesta de un órgano comunitario, lo que convierte la elección del secretario en un proceso democrático para poder validar y dar legitimidad al organismo más importante para la región centroamericana.

La decisión no es validar o invalidar a un país, la decisión de elegir a un secretario se traduce, en este momento en la respuesta al paradigma de la integración centroamericana: ¿el sistema sigue vivo o no?; ¿le permitimos que funcione o no?; ¿le seguimos dando vigencia por lo menos como un espacio de discusión?, nunca la respuesta fue tan sencilla, directa y final. No elegir a un candidato hace inviable al Sistema y ello es contraproducente para el concepto mismo de la democracia.

El SICA no es un club con privilegios de acceso, es un espacio, un foro, una herramienta regional donde se debaten ideas y se generan políticas públicas en beneficio de los ciudadanos centroamericanos, con independencia y respeto por la autodeterminación de los pueblos que lo componen, sustraer a un país de ese debate es totalmente contraproducente para generar los espacios de consensos necesarios para avanzar en la región, aún cuando existan diferencias políticas e ideológicas entre sus miembros.

Los países del SICA, por medio de los Ministros de Relaciones Exteriores, que conforman el Consejo de Ministros, han apoyado la candidatura de un integrante de la terna para ser electo como secretario general por la Reunión de Presidentes; estos países buscan proteger la institucionalidad de la organización, que por más de un año ha estado debilitada por falta de una cabeza con capacidades técnicas y políticas para dirigirla.

El buen funcionamiento del Sistema y por ende el buen funcionamiento de la integración centroamericana, depende en gran medida de que exista un secretario general. Obviar esta realidad es negar la importancia del sistema y del impacto que tiene como un espacio de desarrollo humano y de búsqueda de consenso democrático regional.

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