La esperanza depositada en las vacunas contra el SARS-CoV-2 para acabar con la pandemia mundial del covid-19 tendrá que saltar tres grandes obstáculos para que haya un “éxito de inmunización global”: la financiación, la producción masiva y la distribución también en los países pobres.
Son las conclusiones de un estudio de los directores de Análisis de Políticas y de Desarrollo Global del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), Gonzalo Fanjul y Rafael Vilasanjuan, respectivamente, y la inmunóloga de la misma entidad Adelaida Sarukhan.
Según estos expertos, “la luz al final del túnel” ha de superar una “brecha de acceso a las vacunas” que se ha de resolver con las decisiones políticas mundiales que se tomen en las próximas semanas.
El primer reto es la financiación de las vacunas, y para ello recuerdan que ha nacido la iniciativa Covax, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “diseñada para asegurar que todos los países tengan acceso a vacunas eficaces con independencia de su nivel de renta o capacidad de compra”.
El objetivo inicial es conseguir US$5,000 millones, que se añadirían a los US$2,000 millones que ya han sido recaudados, lo que permitiría comprar 2,000 millones de dosis para cubrir al 20% de la población en 94 países de renta baja “y apuntalen una respuesta epidemiológica global que acabe con la fase aguda de la pandemia en todo el mundo”.
“Lo previsible es que la administración entrante de EEUU llegue a un acuerdo con la Alianza Mundial GAVI para la parte principal de esa ronda (US$4,000 millones) y se espera que el resto sea aportado por la Unión Europea (UE), Noruega, Canadá y Reino Unido”, auguran estos expertos.
Sin embargo, “hay una gran incertidumbre con los países de renta media, ya que el Banco Mundial ha abierto una línea de crédito de US$12,000 millones para comprar vacunas, con el riesgo de que estos fondos alimenten la gravísima crisis de deuda” de muchas regiones en desarrollo.
Riesgo de un “nacionalismo inmunitario”
Otro desafío es la producción, porque calculan que la capacidad el primer año alcanzará solo a un 30% de la población mundial.
“El riesgo de una oleada de ‘nacionalismo inmunitario’ -alertan- y el acopio excesivo de vacunas por parte de los países más ricos podría agravar la escasez y garantizar el fracaso de un enfoque global de la inmunización”.
En este sentido, recuerdan que, según el Global Health Innovation Center de la Universidad de Duke, Canadá ha adquirido un número de vacunas que multiplica por siete su población; Reino Unido y EEUU, casi seis veces más; y la UE y Nueva Zelanda, algo más de cuatro.
El tercer reto es la distribución, ya que las primeras vacunas disponibles están condicionadas por su conservación a temperaturas muy bajas; Covax ha apostado por “las versiones más sencillas para transportar y distribuir”.
“Inevitablemente -añaden-, todo el proceso se verá lastrado por las debilidades estructurales de los sistemas de salud en los países pobres”.